JUNTOS, ¿DE VERDAD?

Quizá es miedo. Miedo a mostrarnos débiles,
a que nos juzguen, a que nuestras ideas no valgan.
O costumbre: acostumbrarnos a cumplir tareas
sin mirar a los ojos de quien está al lado.
O distraídos: atrapados en resultados y números,
olvidamos que detrás hay personas.
¿Y si nuestra ceguera es solo un espejo de lo que
no nos animamos a enfrentar en nosotros mismos?

LA LIBERTAD DE QUIEN YA NO CARGA

A veces el enojo es un refugio
donde el alma se protege del dolor
que aún no sabe cómo sanar.
No olvidar puede ser un acto
de supervivencia, una forma
de mantenerse firme ante lo incierto.
El tiempo no siempre borra
lo que el corazón aún
no está listo para soltar.
Quizás perdonar no es olvidar,
sino aprender a convivir
con las heridas,
sin que nos consuman.
¿Qué nos impide soltar
lo que duele y,
encontrar la paz
que tanto buscamos?

PRESENCIA TEJIDA

Cuando repartió sus cosas,
nos entregó recuerdos con historias.
A mí me dejó la pulsera trenzada de oro,
un lazo que no se ve pero que pesa en el alma.
En ella llevo su cuidado, su fuerza
y, el silencio de todo lo que quiso
decirnos sin palabras.
Que nunca olvidemos:
lo que realmente queda,
son los lazos que construimos.

DEJAR IR ES RECIBIR

Perdemos cosas,
pero no nos detenemos.
El armario vacío nos hace reír
mientras buscamos
nuevas combinaciones.
El suelo sin alfombra
nos invita a bailar descalzos.
Cada objeto que se va deja espacio
para algo inesperado.
Nos damos cuenta de que,
lo que más importa,
siempre se queda con nosotros.